4 dic 2011

En busca de ese texto

Nota: llevo ya bastante tiempo queriendo colgar este texto, un texto escrito en un momento en el que me encontraba de muy mala hostia conmigo mismo y con el mundo entero en general. Espero que se entienda por tanto como una ida de olla puntual (e irónica) y no como una declaración de intenciones propiamente dicha.

Me apetece escribir algo realmente bestia, algo que ofenda al mismísimo Mourinho, algo que haga llorar a la ya difunta cúpula de ETA y que consiga que no se le empalme a Berlusconi en un par de meses. Quiero juntar tantas palabras despectivas que pueda ser considerado delito contra la humanidad, que el Papa excomulgue a todo aquel que tan siquiera se atreva a hablar sobre ello, que los informativos quiten medio minuto de hablar sobre el nuevo corte de pelo de Neymar para mostrar su rechazo a esta barbaridad. 


Deseo enormemente ponerme sobre un puto folio inmaculado y hacer que el Foro de la Familia pida responsabilidades hasta a  las empresas papeleras por tal aberración, que Rubalcaba y Rajoy se pongan de acuerdo en prohibir el acceso a Internet para que nadie pueda exponerse a este texto cancerígeno, que vuelva fachas a los rojos, que vuelva humanos a los fachas.  Muero por encontrar las palabras necesarias que provoquen suicidios en cadena en Telecinco por exceso de sensacionalismo, que La Sexta pase a ser dirigida por Rouco Varela por decisión de la Unión Europea, que Intereconomía decida solo por ello hacerme una oferta de empleo vitalicia.


Quiero estar ya frente a este texto, paladear cada una de sus ofensas gratuitas, deleitarme con los insultos fuera de contexto, saborear cada una de las falacias que tanto mal van a hacer a tanta gente y empaparme de todo su mal gusto. Deseo con tanta fuerza alcanzar el sumun del hijoputismo escrito que jamás empezaré a redactarlo, dado que, si por algún casual consigo acercarme a todo lo que aspiro, no tendría nada más que hacer en la vida. Todo estaría dicho y ya no habría más que añadir, NADA. Por tanto me alegro enormemente de mi actual situación,es decir, de que no exista nada de lo que quejarme. 

No me falta de nada (al menos materialmente hablando); mis padres tienen trabajo, nadie de mi familia sufre problemas de gravedad y todavía hay gente que es capaz de aguantarme (cada vez menos, dicho sea de paso). Pero sin duda, el principal motivo que tengo para no quejarme es que, gracias a Dios (o a quien sea en el que creáis)  en mi carrera todavía no me han enseñado NADA de como mejorar mi habilidad con las palabras (y este es ya el segundo año), por lo que ese texto, el perfecto epitafio de cualquier ser viviente, todavía me queda muy lejano.

22 nov 2011

Filosofía de mercadillo

Porque cuando te tiras por la mejor montaña rusa del parque de atracciones 50 veces al día, la acabas aborreciendo. Para ti, volverte a montar no es ya algo excitante, sino una rutina, una más, ya solo quedan otras cuarenta y nueve. 


Sin embargo, si solo te subes a ella unas cuantas veces cuando  vas a la feria y no vuelves a visitarla con frecuencia, con casi total seguridad no te cansarás nunca de la experiencia. Es más, disfrutarás al máximo cada viaje, dado que es posible que no se vuelva a repetir en una larga temporada.



Seguramente, cada cierto tiempo, desearás con ganas volver a experimentar las sensaciones vividas en la atracción, aunque sabes que es precisamente el no poder tenerla a diario lo que te hace ansiarla con tanta fuerza.

19 nov 2011

Jornada de reflexión

Y reflexiono; reflexiono quizás por llevarles la contraria a los partidos políticos que, redes sociales mediante y por medio de sus fieles subordinados, contaminan un día que perdió todo su sentido hace ya muchos años.
Empiezo leyendo atentamente todas las cartas que, afectuosa y personalizadamente, me han mandado los líderes de los tres o cuatro partidos que a día de hoy pueden seguir permitiéndose este despilfarro. Miro con atención sus propuestas y lo único que alcanzo a comprender es que estas son más difíciles de entender a medida que el partido político en cuestión tiene más posibilidades de izar su bandera en la Moncloa. También observo como PP y PSOE se han tomado la molestia de marcar por nosotros a todos sus candidatos al Senado en las papeletas, a pesar de que sea el único órgano de gobierno en el que se permite votar a aspirantes de distintos partidos (quizá esta libertad tenga que ver con el hecho de tratarse de un órgano que no sirve para nada).

Echo un vistazo después a las páginas webs de algunos de estos partidos y tampoco saco mucho más en claro de lo que ya había averiguado antes en este afán reflexionador; es latente que los partidos que más se mojan en los cambios que consideran necesarios llevar a cabo en nuestro país son aquellos que menos posibilidades tienen de hacerlos efectivos. También me encuentro con varios partidos pequeños que no han podido presentarse en esta ocasión en varias provincias al no encontrar avales suficientes, avales que solo son necesarios desde estas elecciones por el divino deseo de los dos grandes partidos de nuestro país. Quizás me esté pasando de reflexionamiento pero ¿No supone un duro recorte democrático el hecho de no permitir a grupos políticos, por pequeños que sean, presentarse a unas elecciones? O mejor dicho ¿No supone un recorte de libertades para los ciudadanos el no tener la oportunidad de votar las ideas con las que más se identifican solo porque estas no son compartidas por un número suficiente de personas? No, definitivamente se me ha subido el reflexionismo a la cabeza.
También le doy vueltas al tema del voto útil. Quizás en otras provincias la gente tenga más suerte, pero en La Rioja solo se reparten 4 diputados y desde que tengo memoria, toda la vida han salido dos del Partido Popular y dos del Partido Socialista. Este año se habla de la posibilidad de que sean tres para el primero pero en ningún caso de que entre un nuevo partido a este reparto, con lo cual y reflexionativamente hablando, sé de sobra que en caso de votar a un partido que no sea uno de los anteriores, mi papeleta será igual de útil que una Ley Sinde en el norte de África.
Así que después de estos minutos dedicados a ejercer mi derecho a reflexionar el día que me mandan hacerlo, aún no tengo claro a quién votar, ni siquiera si votar o dibujar algo gracioso en una papeleta para que luego ésta salga en los informativos tras la noticia de la victoria del señor del puro, Quizás lo único que he sacado en claro en el día de hoy ha sido por boca de mi madre cuando me ha comentado que aunque no está de acuerdo ni con la gestión del PSOE ni con las “no propuestas” del PP para solucionar el panorama,  va a tener que decantarse entre ambos partidos porque (al menos en La Rioja, pero también en otras muchas provincias) cualquier otra cosa que haga con su voto, tristemente, no va a servir para NADA.

22 oct 2011

Esa pregunta incómoda

Siempre llega esa pregunta incómoda, esa que se sacan de la manga tus vecinos cuando no saben de qué hablar contigo, esa que los profesores superguays utilizan para dar paso a su discurso ultra motivador a lo Steve Jobs (D.E.P., ya que estamos), esa con la que tus padres buscan una justificación por tu parte al futuro tan negro que te espera - ¿Por qué quieres ser periodista? Y aquí empieza la retahíla de argumentos y escusas para justificar el haberte metido en una carrera cuya complicación es similar(al menos en  a lo que a estudio teórico se refiere) a 3º o 4º de la ESO (aunque sin que los profesores puedan llamar a tus padres para decirle lo impresentable que es su nene). Y es ahí como digo cuando todo estudiante metido a este paraíso de la holgazanería tiene que pagar su peaje dando un motivo más original (aunque no por ello más cierto) que el de “porque es la única carrera que me permite pasar ocho meses de vacaciones y dos semanas de estudio y no al revés”.


En mi caso mi motivo es bastante estúpido, lo cual (creo) lo hace más real. Siempre me ha gustado leer y escribir, aunque curiosamente desde que hago periodismo son dos de las cosas que menos hago a lo largo de la semana. Pero cuando me tocó elegir después de Selectividad qué quería seguir estudiando solo pude pensar en la música. Al igual que la gran mayoría de los que quieren llegar a ser periodistas deportivos no son más que deportistas frustrados (y cuando digo periodistas deportivos se puede meter en el mismo saco a los de cine, tecnología, arte…) en mi caso es la música mi gran asignatura pendiente. Siempre quise llegar a ser uno de esos pulgosos bohemios que con unas chanclas y una guitarra española mal afinada consiguen hacer que te olvides de toda la mierda que te rodea. Pero la segunda mujer de Camarón nunca quiso llevarse bien conmigo y jamás he conseguido hacer algo más que tocar tres acordes seguidos (aunque me sirvió para deleitar a mi abuela). Así que como yo no podía domarla (a mi abuela no, a la guitarra) empecé a escuchar a los que lo sabían todo sobre ella.


Y así llegaron a mí Jimmy, Clapton, Page o Richards, que me hicieron ver lo bello que era aquello a lo que yo nunca llegaría más que a poder escuchar. Y empecé a comprar revistas de Rock. Y me sentí profundamente estafado en la gran mayoría de los casos porque veía como gente sin ninguna idea musical despotricaba contra verdaderos dioses de las seis cuerdas. Y empecé a pensar que yo podría ser uno de esos patanes, que quizás mi destino era dedicar mi triste vida laboral a comentar la actualidad y el pasado de la Música con mayúsculas. Así que aquí estoy, donde Hendrix me ha querido llevar. Porque ya que no podré nunca hacer un riff con los dientes, ni con los dedos, ni siquiera con el puto Guitar Hero, al menos intentaré hacer lo que tan bien hacen los grandes empresarios o los representantes de artistas: vivir de las virtudes de otros.

17 oct 2011

El ludópata autómata


Estoy sentado frente a la máquina y lo observo todo. Me sorprende el respeto con el que se acerca a la tragaperras un hombre ya entrado en años. Veo en su rostro su lucha interna, su esta vez ya no me coges pero también su ferviente deseo de acercarse a uno de esos aparatos que tantas alegrías y penas le han dado en los últimos años. Llega hasta ella tardando más del doble de tiempo en el que una persona de su edad hubiese alcanzado ese conjunto de botones de plástico y luces parpadeantes. El hombre pasa unos segundos frente a ella hasta que se atreve a introducir su mano derecha en el bolsillo en busca de alguna moneda dorada que llevarse a la rendija.


Quizás en esos segundos de duda busca una excusa para esta nueva incursión en el mundo de la ludopatía; esta vez lo tiene fácil, la larga parada en una estación de servicio, fruto de esos contratos fraudulentos  entre empresas de autobuses y bares de carretera, le vale como justificación esta vez. Aunque seguramente mañana será el descanso para tomar el café en el trabajo, pasado quizás el encontrarse con demasiada calderilla en los vaqueros, otro día el tener claro que la máquina “está caliente”… 

La primera moneda, como tantas primeras cosas en la vida, le cuesta meterla. Palpa con lentitud pero con ansiedad sus bordes ondulados durante unos extensos segundos hasta que se anima a deshacerse de ella para siempre. Pero tras este desvirgamiento económico, al menos de ese día (espero), el ludópata evoluciona. Poco a poco se ve como escapa de este mundo de mierda para ir al otro lado, para ser parte de la máquina a la que subvenciona, para abandonar los sentimientos y convertirse en un autómata con cuatro velocidades y dos movimientos, meter moneda y pulsar botón.


A este nuevo ser no le importan los resultados de sus inversiones a corto plazo. Apenas mira a la pantalla, no le afectan las voces chirriantes y sumamente molestas (creo que son las mismas que te amargan el viaje en tu GPS) que le indican que avance, que avance pero el sigue sin mover ni un músculo de su cuerpo, salvo los necesarios para realizar sus tareas mecánicas. Ni siquiera dirige la mirada a esa macedonia de frutas que se van combinando de forma azarosa (o eso dicen) por medio de tres rodillos cada vez más desgastados. En los más de cuarenta minutos que dura la parada del autobús de línea apenas observo un cambio de gesto en su rostro salvo una leve sonrisa que escapa de sus labios cuando la voz estúpida y metálica de su compañera le indica que ha conseguido un premio y empieza a vomitar monedas a mansalva. Lástima. Más combustible para que el autómata prosiga con su labor.

18 may 2011

Cansancio

Está ocurriendo algo grande, algo muy grande. Pero creo que muy pocos se dan cuenta realmente de la magnitud que tienen las protestas que, en casi toda España, se están desarrollando en contra de ¿Qué? Eso es lo más curioso de todo.Ni los políticos, ni los pedantes tertulianos de una y otra cadena, ni siquiera muchos de los que sujetan una pancarta en Sol o en la Plaza del Mercado de Logroño tienen muy claro cual es el motivo concreto de esta rebelión popular.

Porque, sinceramente, pienso que no hay un casus belli en estas sentadas masivas, que no se ha producido nada extraordinariamente reprochable en estos últimos años como para concentrar la indignación de la gente en un ser o en una institución en concreto.

El problema, en mi opinión, es el cansancio acumulado. Cansancio de asistir al juego en el que los dos grandes partidos mayoritarios prefieren dedicarse a desacreditar la labor del rival antes de pensar en cómo sacar al país de la situación que ellos han creado.Cansancio de que el número de personas que pierde su puesto de trabajo en nuestro país no deje de crecer mientras que los sindicatos  se dedican a dar palmaditas en la espalda a Zapatero. Cansancio de no entender cómo las previsiones económicas de nuestro país para el próximo lustro difieren tanto según las exponga  la Comisión Europea o la vicepresidenta del Gobierno. Cansancio de escuchar, leer y ver como los medios de comunicación prefieren dedicar su espacio informativo a seguir la pista de un presunto violador antes que  a atender las protestas de miles de ciudadanos.  Cansancio de observar como muchas de estas fuerzas del poder, políticos, sindicatos y medios, pasan de definir estas marchas como "pequeñas protestas antisistema" a querer subirse al carro. Cansancio de pensar que dentro de una semana todo este revuelo quedará en nada y volveremos a dedicarnos a seguir por los informativos cuál va a ser el próximo fichaje del Madrid.

4 may 2011

Valientes imbéciles


Pues sí, ya lo habéis conseguido. Enhorabuena amigos norteamericanos: habeís matado a Bin Laden. Sí, a ese árabe desequilibrado que (presuntamente) ideó el peor atentado terrorista en la historia de vuestro país, a ese amoral terrorista que se os llevaba resistiendo diez años y que, de vez en cuando, os mandaba mensajitos  vía Al Jazeera, a ese líder del extremismo islámico cuya existencia  no dejaba dormir a vuestro antiguo presidente. Valientes imbéciles. Seguramente con este asesinato de un cuasi sesentón con problemas conocidos de salud habéis condicionado la vida de otras personas, ya sean de vuestro país o de otro occidental, posiblemente por el deseo de poneros la medallita de haber liquidado a balazos a vuestro principal nemesis habéis dado un argumento de peso a los grandes líderes radicales a declarar la guerra al enemigo del norte.

¿Cuál sería la situación de ETA en el País Vasco si la Policía Nacional se hubiese dedicado a asesinar a sus líderes en lugar de a detenerlos? El que siembra odio no puede esperar recoger fraternidad. Si Obama tuviera aún algo de la coherencia que demostró en sus primeros pasos al frente del gobierno estadounidense, creo que debería hacer como Sergio Ramos y tirar su premio Nobel al vacío.

 ÉL, primer presidente negro de un antiguo país racista; ÉL, candidato que prometió escapar del crimen contra la humanidad que había perpetrado Bush; ÉL, personaje carismático de discurso fácil al que casi todos habríamos votado en su momento si hubiésemos tenido opción,  ha demostrado con este asesinato dar prioridad a reparar su maltrecha popularidad antes que al mantenimiento del orden político mundial.

Ya tenéis lo que querías amigos norteamericanos, el símbolo del mal está pudriéndose bajo el mar mientras os preparáis para una venganza que no hubiese sido necesaria si, como hizo vuestro anterior dictador (digo, presidente) hubieseis capturado al yihadista y le hubierais sometido al yugo de la justicia, que tanto en su país como en el vuestro, hubiese decretado su muerte, pero que hubiese supuesto poner algo de democracia (tampoco se crean que mucha) de por medio.

Por cierto, acabo de leer en El País que la popularidad de Obama ha ascendido en tropecientos puntos desde el pasado día dos de Mayo. Cada vez me alegro más de que Zapatero haya declarado que no tiene intención de presentarse a las próximas elecciones.

17 abr 2011

Living the Inserso´s Life

Soy un jubilado de 19 años. Es una conclusión a la que llegué hace ya bastante tiempo y de la que no consigo separarme. Mi vida actual es muy similar a la que puede llevar  un pensionista medio: me levanto (tarde) y voy a dar una vuelta por Valladolid con algún amigote para hacer tiempo hasta la hora de la comida, comida que, por cierto, tengo preparada cuando llego (única ventaja de tirar mensualmente seiscientos euros en un Colegio Mayor).

Después, según se me antoje, echo una partidilla a las cartas con el resto de pre jubilados o hago honor a la patria con una siestecilla. El resto de la tarde la paso en una de las clases de la universidad, con calefacción en invierno y (espero) aire acondicionado en verano, donde personas que en muchos casos deberían estar jubiladas realmente me explican lo negro que se ve mi futuro profesional. Ya por la noche, tomo una cenita ligera (y fría casi siempre, supongo que para que no nos lastimemos nuestros finos paladares) y tras la timba de rigor o de ver  el partido de la Champions, de Copa o de la Liga Filipina de Baloncesto, regreso de nuevo a la cama.

Y este proceso se repite continuamente, día tras día.Hasta hace un par de meses esta situación me superaba. Casi a diario me planteaba que coño estaba haciendo con mi vida, a donde me iba a llevar esta espiral de vagancia y partidas de mus. Ahora ya no. Soy un hombre nuevo, he comprendido que este es mi sino,  he aprendido a aceptar el hecho de que la vida de un periodista se compone de cuatro años de no hacer nada seguidos de toda una vida de no tener trabajo.

18 mar 2011

Y otra.

Y después de tantos disgustos, después de soportar las broncas de un profesor reprimido (solo sexualmente), después de discutir con diestro y siniestro por tonterías en su mayor parte, después de rayarte la cabeza pensando en esa chica tan maja con la que en tu vida has intercambiado unas palabras, después de pensar seriamente que haces metido en una carrera que resulta más sencilla que tus primeros exámenes del instituto, después de planterte si influye tu fuerte carácter en que cada vez tengas menos amigos… después, te tomas una cerveza. 

Una puta cerveza hirviendo en un bar de mierda. Y otra. Y otra. Y miras a ambos lados, en parte por ubicarte, en parte por comprender que personas del grupo con el que has salido esa noche te importan de verdad. Y otra. Y otra. Y empiezas a hablar de chorradas con esos colegas ya reconocidos, chorradas a las que cada vez dais una importancia mayor; ese sombrero de irlandés ya no es sólo un deseo estúpido, sino un objetivo vital. Y otra. Y otra. Y tus extremidades cada vez se mueven con mayor autonomía, impidiéndote mantener un equilibrio decente, haciendo que cada vez las miradas de la gente hacia ti se vuelvan más retorcidas, pero también más difusas.


Y otra. Y vas al baño, donde comprendes que si todo lo que estás expulsando lo has engullido en la última hora estás a punto de tener un disgusto. Y otra. Y otra. Y vuelves al baño, esta vez con otras intenciones. Y te prometes no volver a beber. Y otra. Y otra. Y aparece sobre tu cabeza maltrecha la imagen de tu madre preguntándose que ha hecho mal para merecer un hijo como tu. Y otra. Y otra. Y como la espuma de tus botellines te disipas entre la gente y amaneces, con suerte, tirado en el pasillo de tu piso. Y pese a tener a la orquesta de Machín dentro de tu cabeza tu solo  puedes pensar en el pedo que te vas a coger el finde siguiente.



17 mar 2011

Odio mirar a la gente a los ojos

Odio mirar a la gente a los ojos. Cada vez que tengo que tener una conversación cara a cara con una persona me horrorizo, miro hacia los lados, pongo caras extrañas y muevo compulsivamente mis extremidades, quizás como calentamiento para que estas echen a correr.
No mirar a los ojos según los expertos en gestos corporales denota ser una persona poco fiable, con propensión a la mentira. Quizás sea cierto. Quizás esta animadversión a fijar mis pupilas en las pupilas ajenas venga del placer que me produce tergiversar los hechos. Quizás esta facilidad de la que gozo para reconstruir los acontecimientos según me convengan produzca en mí ese miedo a mirar fijamente a  una persona, a que esta deposite en mi su capacidad de conocer y penetre con facilidad en el interior de mi alma. Quizás sea por eso por lo que rehúyo de los cara a cara, de las conversaciones entre dos personas, de quedar a solas con una persona para pasar un rato charlando.
Porque se que cuando alguien fija sus ojos en los míos busca indagar más allá de lo que yo quiero permitir. Porque se que la torre de barro que construyo con mis conversaciones se destruye con la sola presencia de dos círculos coloridos frente a mi rostro. Porque no quiero que mi don para hacer fácil lo difícil se disipe. Odio los ojos ajenos, incluso los propios, quizás porque me obligan a aflojar demasiado la correa de mis intenciones. 

11 mar 2011

Carlos Baute me despertó aquella mañana con sus berridos

Carlos Baute me despertó aquella mañana con sus berridos sobre cuatro acordes mal apañados. Miré a mi alrededor para intentar averiguar donde había pasado la noche.Era la habitación de una mujer, eso estaba claro por la decoración y el olor. Me fije primero en sus pósters: sobre el escritorio tenía uno del inconfundible conejito Playboy. A su izquierda, junto a un corcho en donde había dos o tres horarios subrayados con chirriantes fosforitos, se postraba solemne el torso de Cristiano Ronaldo, anunciando algún tipo de producto deportivo, colonia o de yogurt con bifidus activo. Que chica más original, pensé. Intenté mejorar la perspectiva que me daba el estar postrado en la cama para intentar encontrar alguna foto de ella. Que triste era no recordar su cara, ni su nombre, ni siquiera en que ciudad o pueblo me encontraba.
 Traté de levantarme con agilidad, pero mi estado físico era tan terrible que hasta las sábanas me parecían placas de metal. Curiosas las sábanas por cierto, tintadas con el cabezón de una gata con un lacito en el pelo. Levanté los ojos un instante para visualizar la pared que se encontraba a mi espalda y apenas me dio tiempo a colocarme los pantalones para largarme. 
Abrí la puerta con ansiedad y eché a correr por los largos pasillos de lo que parecía una pensión, un manicomio o algún tipo de residencia universitaria. Baje las escaleras de tres en tres hasta llegar a la puerta del edificio. Salude al portero con la naturalidad máxima que permitía mi estado de agitación y continué con mi carrera. Cuando me alejé lo suficiente de aquel lugar busqué un parque. ¿Era de recibo preguntar a alguna persona en qué lugar estábamos?
Localicé tras dar varias vueltas una gran reja dorada, que precedía a un descomunal jardín. Que bien vienen las propiedades públicas cuando no se tiene dinero para pagar un triste café. Leí la inscripción de un cartel informativo situado unos metros más allá de la solemne verja. Parque de Retiro. Curioso para una persona que hasta el día anterior apenas había salido de Logroño un par de veces.
Metí la cabeza en la primera fuente que vi y me tumbé en la hierba. Quería olvidar lo poco que recordaba de aquella noche y del principio de aquel día. Podía haber soportado con estoicidad los pósters pijos de aquella joven (supongo) mujer (espero). Incluso me hubiera quedado un rato charlando con esa persona acerca de los motivos que le pueden llevar a alguien a comprarse unas sábanas serigrafiadas con el logotipo de Hello Kitty. Pero ese trozo de tela con un símbolo tan trasnochado como insultante que se posaba sobre mi cabeza aquella noche y sobre la suya un día tras otro me hizo comprender que no estaba en el sitio adecuado.
Desee por unos instantes haberme follado a una vieja la noche anterior, a una puta ochentona con varices inmensas y chepa prominente, para que al menos ese estúpido paño que presidía su habitación acabase pronto en la basura o en el fondo de una caja heredada por sus familiares con la leyenda “cosas nazis de mamá”. ¿Cómo podía seguir existiendo gente así en el mundo? Y mientras tanto Carlos Baute seguía berreándome al oído, impidiéndome olvidar el tipo de persona con la que había yacido aquella noche.

9 mar 2011

A más de cien mil millones de neuronas

Y a grito pelado se desvaneció entre las  suaves sombras de la noche que se hace día. Había sido otra velada extraña, quizás odiosa era el adjetivo más preciso para definirla; no había cosa que él más detestase que sentirse fuera de sitio en donde todos los demás estaban integrados, que estar triste donde todos los demás reían, que intentar conversar donde todos los demás bailaban, que sentirse solo en donde había más gente concentrada por metro cuadrado.
¿Era un tipo extraño? Desde luego. Pero su rareza era una de las más venenosas que se pueden dar en un ser humano, pues él no se sentía  realizado con ella. Había visto a lo largo de su vida a tanta gente anómala que presumía de su singularidad y que se acercaba al concepto de persona feliz que comprendía que su situación era, cuanto menos, dolorosa.
 Él no quería ser distinto. Quería bailar sin remordimientos, quería disfrutar en aquellos bares y discotecas que habían sustituido el olor a tabaco por el de sobaco. Quería ser un borrego más. Por eso comenzó a gritar desconsolado, sabiendo que se encontraba a más de cien mil millones de neuronas de la felicidad.

2 mar 2011

Historia infumable (I)


¿Y ahora qué? Le dije mientras ella se esforzaba por callar mis gritos con lágrimas. Ya nada tenía solución. No era una más de las muchas ocasiones en las que una tontería desembocaba en una riña y esta finalizaba con un festival de polvos. Aquella no fue la gota que colmó el vaso, fue el empujón que hizo que el vaso no pudiese volver a contener  líquido nunca más.
Era muy difícil ponerse en mi situación. Ella había estado siempre conmigo, había antepuesto su relación a los murmullos, me había defendido  ante todo y ante todos. Y sin embargo, tras lo ocurrido, yo solo pensaba en como podría librarme de su presencia sin llamar excesivamente la atención. Era complicado avistar que detrás de esa preciosa cara y de aquellos ojos tan cristalinos se escondiera un ser tan repugnante y oscuro.

Nuestra conversación matinal fue típica por no tildarla de tópica. Como no teníamos nada que decirnos, o peor, como no queríamos tener nada que decirnos, empezábamos a alinear una serie de temas sin relación ninguna, esperando acabar el café de rigor e irnos cada uno a nuestro puesto de trabajo. Los temas que tratamos aquella mañana no eran precisamente nuevos para nosotros: la crisis, las pensiones, los tactos rectales, el deseo de un viaje por Egipto… todos los asuntos eran bienvenidos para robar tiempo al tiempo.

Cuando acabamos de debatir sobre la castración de curas pederastas, ella dejó su taza en el fregadero y se dispuso a coger el abrigo para dirigirse a su despacho. Lástima que aquel día me diese por utilizar  el cuchillo jamonero después de tanto tiempo sin catar jamón en aquella casa. La situación obligaba a tomar una decisión rápida y yo la asumí. Fue una lástima. Me gustaba su opinión sobre el reparto televisivo.

1 mar 2011

Borrando amigos


Esta mañana, una mañana aburrida como casi todas las de un estudiante con horario de tarde, me he puesto a borrar “amigos” del Tuenti. Que duro suena eso. Borrar amigos. Pero es que el concepto de amistad en las redes sociales es tan fuerte como el de un tío que te hayan presentado una noche, una chica que conociste en un botellón o el del chulo de mierda al que ni saludas por la calle. Borrar amigos ficticios. Que bonito sería poder eliminar completamente a una persona con la que ya no quieres tener nada que ver. Por desgracia esto solo puede ocurrir en el penoso mundo en el que personas que llevan años sin leer se comunican escribiendo.
Empecé eliminando a un antiguo compañero de clase que no veía desde hace 2 años. Era un tipo chulillo y vacilón que rara vez aparecía por el instituto salvo para trapichear con hierba y con el que apenas había cruzado un par de palabras. Que triste que cada año nos felicitásemos nuestros respectivos cumpleaños como si fuésemos íntimos. Suprimí después a un par de chicas con las que coincidí en una fiesta en casa de una amiga. Me di cuenta en ese momento de lo realmente penoso que resulta el desear con entusiasmo un feliz año nuevo a una persona a la que ni saludas por la calle.
En unas cuantas ocasiones me plantee durante un largo rato si debía expulsar a ciertos individuos de mi exclusivo y selecto grupo de amigos. Con casi ninguno de ellos tengo más relación que un hola y adiós cuando coincidimos, pero aún así me duele que desaparezcan de mi vida cibernética. Al fin y al cabo, si tuviese que ponerme un filtro medianamente severo apenas me quedarían una decena de mis casi 300 amigos del alma. Es por ello que a muchos de mis candidatos a ex amigos les mantengo todavía, a expensas de volverme más antisocial.
En muchos casos sentía una fuerte liberación al dar a la opción de Borrar amigo . Es como un acto de justicia poética, como volver a palpar el puto teclado sin que este me impulsase a una naturaleza ficticia basada en los eyyy ke tal?, los jajajajj, los XD y las estúpidas caritas formadas por distintos caracteres. A cada persona que impedía acceder a mis datos personales y viceversa me venía una sonrisa a la cara que curaba en parte mi desencanto con mi vida actual. Adiós chaval con el que compartí chamizo y con el que jamás conversé, adiós zorrita que me dio largas una noche pero que nada más llegar a su casa rastreó el ciberespacio para incluirme en su lista de poyas calentadas; adiós chico que fuiste mi amigo en un pasado pero con el que ahora me duele no tener ni la confianza suficiente para preguntarte que es de tu vida (ni siquiera desde el mundo virtual).
No se muy bien el número de personas que borré en el día de ayer, pero debo decir que supusieron lo más parecido a un orgasmo que he sentido en las últimas fechas. Supongo que deberé repetirlo más a menudo, dado que me he dado cuenta de que casi todas las semanas agrego a alguien que no significa nada para mí. En el fondo soy igual de falso y estúpido que todos los demás. XD. :).
 
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