4 may 2011

Valientes imbéciles


Pues sí, ya lo habéis conseguido. Enhorabuena amigos norteamericanos: habeís matado a Bin Laden. Sí, a ese árabe desequilibrado que (presuntamente) ideó el peor atentado terrorista en la historia de vuestro país, a ese amoral terrorista que se os llevaba resistiendo diez años y que, de vez en cuando, os mandaba mensajitos  vía Al Jazeera, a ese líder del extremismo islámico cuya existencia  no dejaba dormir a vuestro antiguo presidente. Valientes imbéciles. Seguramente con este asesinato de un cuasi sesentón con problemas conocidos de salud habéis condicionado la vida de otras personas, ya sean de vuestro país o de otro occidental, posiblemente por el deseo de poneros la medallita de haber liquidado a balazos a vuestro principal nemesis habéis dado un argumento de peso a los grandes líderes radicales a declarar la guerra al enemigo del norte.

¿Cuál sería la situación de ETA en el País Vasco si la Policía Nacional se hubiese dedicado a asesinar a sus líderes en lugar de a detenerlos? El que siembra odio no puede esperar recoger fraternidad. Si Obama tuviera aún algo de la coherencia que demostró en sus primeros pasos al frente del gobierno estadounidense, creo que debería hacer como Sergio Ramos y tirar su premio Nobel al vacío.

 ÉL, primer presidente negro de un antiguo país racista; ÉL, candidato que prometió escapar del crimen contra la humanidad que había perpetrado Bush; ÉL, personaje carismático de discurso fácil al que casi todos habríamos votado en su momento si hubiésemos tenido opción,  ha demostrado con este asesinato dar prioridad a reparar su maltrecha popularidad antes que al mantenimiento del orden político mundial.

Ya tenéis lo que querías amigos norteamericanos, el símbolo del mal está pudriéndose bajo el mar mientras os preparáis para una venganza que no hubiese sido necesaria si, como hizo vuestro anterior dictador (digo, presidente) hubieseis capturado al yihadista y le hubierais sometido al yugo de la justicia, que tanto en su país como en el vuestro, hubiese decretado su muerte, pero que hubiese supuesto poner algo de democracia (tampoco se crean que mucha) de por medio.

Por cierto, acabo de leer en El País que la popularidad de Obama ha ascendido en tropecientos puntos desde el pasado día dos de Mayo. Cada vez me alegro más de que Zapatero haya declarado que no tiene intención de presentarse a las próximas elecciones.

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