9 mar 2011

A más de cien mil millones de neuronas

Y a grito pelado se desvaneció entre las  suaves sombras de la noche que se hace día. Había sido otra velada extraña, quizás odiosa era el adjetivo más preciso para definirla; no había cosa que él más detestase que sentirse fuera de sitio en donde todos los demás estaban integrados, que estar triste donde todos los demás reían, que intentar conversar donde todos los demás bailaban, que sentirse solo en donde había más gente concentrada por metro cuadrado.
¿Era un tipo extraño? Desde luego. Pero su rareza era una de las más venenosas que se pueden dar en un ser humano, pues él no se sentía  realizado con ella. Había visto a lo largo de su vida a tanta gente anómala que presumía de su singularidad y que se acercaba al concepto de persona feliz que comprendía que su situación era, cuanto menos, dolorosa.
 Él no quería ser distinto. Quería bailar sin remordimientos, quería disfrutar en aquellos bares y discotecas que habían sustituido el olor a tabaco por el de sobaco. Quería ser un borrego más. Por eso comenzó a gritar desconsolado, sabiendo que se encontraba a más de cien mil millones de neuronas de la felicidad.

2 tontos con lápiz:

David dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
David dijo...

me encanta como escribes. A ver si te veo ya joder, y hablamos de todas estas cosas. Se te echa de menos tu.

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